martes, 26 de mayo de 2009

Shine

Shine brillaba desde la última hora de la tarde hasta la primera hora de la mañana.

Shine bailaba, localizaba a su presa con ojos de halcón y astuta como una serpiente en sus piernas se enroscaba.

Shine brillaba desde la última hora de la tarde hasta la primera hora de la mañana y bailaba.

Shine las besaba, su pasión se desbordaba, más que comer devoraba, y vaciaba.

Shine brillaba desde la última hora de la tarde hasta la primera hora de la mañana, bailaba y vaciaba.

Shine se trataba de llenar con lo que quitaba a sus presas pero nada la saciaba, hueca y amargada siempre se quedaba.

Shine brillaba desde la última hora de la tarde hasta la primera hora de la mañana, bailaba, vaciaba y lloraba.

Shine triste y desolada veía crecer surcos en su cara, su mirada de sueños quedaba despoblada. Shine ya no brillaba.
Shine brillaba desde la última hora de la tarde hasta la primera hora de la mañana, bailaba, vaciaba, lloraba... y envejecía.

Shine desesperada, a su juventud marchita vivía abrazada, para el Amor olvidada, Shine a Cupido odiaba y atacaba, siempre, a la misma hora, cuando la mañana llegaba.

Shine engreída, seguía brillando sóla, y más que nadie, así quien lo describió aseguraba, desde la última hora de la tarde hasta la primera hora de la mañana. Shine se resistía a cambiar. Shine nunca cambiaba.

Hasta que un día se cansó, sus ruegos comenzaron a latir desde su corazón. Por primera vez en su vida, no fue su rostro, sino su alma la que brilló.

Shine alada.

Shine deseada.

Shine amada.

Shine olvidada.

Y ese día fue el día en el que Shine descubrió, por fin, el verdadero amor.

Shine, pues, por fin, fue amada, y dejó de brillar desde la última hora de la tarde hasta la primera hora de la mañana para hacerlo durante toda la jornada.

Si con esto una sonrisa te he arrancado, el objetivo de este relato ha sido logrado, aunque en caso de que así no fuera, por lo menos algo te habrás preguntado, ¿está preparado tu corazón para ser como el de Shine, alado, o acaso seguirás a tu máscara aferrado?

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